El Instituto Jesús, María y José abre sus puertas hace 95 años, sentando fuertes bases en la formación en la fe y los valores. Los mismos son inculcados por nuestro Padre Fundador, Fray José Antonio de San Alberto. Religioso visionario que delinea las primeras ideas pedagógicas que serán, hasta nuestros días, importantes recursos que se transmiten en todos quienes formamos parte de la Institución.
Nuestra pastoral posee una gran impronta Albertiana, trabajando día a día para hacer visible a Jesús, fuente inagotable de amor. Para que nuestros niños y jóvenes logren encontrar el rostro de Cristo en el hermano más próximo, en el más necesitado, en el compañero que necesita ayuda, en el simple sentir de lo creado.
Fray José, hombre inquieto que supo escuchar las necesidades del pueblo, nace en España y luego de una amplia formación religiosa y filosófica, es nombrado Obispo de la Diócesis de Córdoba del Tucumán, por quien fuera en esos momentos rey de España, Carlos III. Llegó a Buenos Aires el 7 de septiembre de 1780. Lo acompañaron desde España dos padres de la provincia de Aragón y Valencia, y un hermano lego de otra provincia. Éstos eran su hermano fray Joaquín de Santa Bárbara y otros dos carmelitas, fray Antonio de Santa Teresa y el hermano Agustín de San José. Integraba también la comitiva el Dr. don Gregorio Funes, nombrado enseguida canónigo de Córdoba por fray José Antonio y conocido en la emancipación de Argentina como el deán Funes.
Llega a Montevideo el 23 de agosto y de allí pasa a Buenos Aires, donde fue consagrado Obispo, el 17 de septiembre de 1780, en la Catedral de la Santísima Trinidad de Buenos Aires de manos del obispo de aquella diócesis, fray Sebastián Malvar. El 30 de octubre de ese mismo año hacía su entrada en Córdoba, la capital de su sede, que abarcaba las provincias de Córdoba, Santiago del Estero, La Rioja, Catamarca, Tucumán, Salta y Jujuy. El obispo y sus colaboradores se instalaron en el convento de los jesuitas, que habían sido capellanes de las monjas carmelitas.
Su celo apostólico quedó patente en sus famosas cartas pastorales y predicación. Realizó una visita pastoral que duró un año (28-08-82/ 09-09-83) por toda la diócesis, visitando Santiago del Estero, Salta, Jujuy, Tucumán, Catamarca y La Rioja.
Prácticamente administraba todos los sacramentos y daba personalmente catequesis.
Su gran caridad se conoció por la creación de colegios para niñas huérfanas nobles de Córdoba y Catamarca. Llevó una vida de auténtico religioso con mucha oración y austeridad. Trabajó incansablemente para concluir la Catedral cordobesa y la consagró el 14 de diciembre de 1784. Contribuyó a la reforma del claustro de la universidad y a disminuir sus gastos. Rehízo el Colegio Máximo de los jesuitas en el que instaló el Real Convictorio de Nuestra Señora de Montserrat. Posteriormente, el 21 de abril de 1782, instaló en él su nueva fundación: «La Real Casa de Huérfanos nobles» o «Colegio de Niñas Educandas» que llamó «Colegio de Santa Teresa de Jesús». Para atenderla fundó un beaterio, que luego serían las Hermanas Carmelitas de Santa Teresa de Jesús, que son las carmelitas de vida activa más antiguas, congregación de Hermanas a la cual
pertenece también nuestro querido JMJ.
Los invitamos a descubrir la gran misión de nuestra Pastoral y su incansable trabajo en nombre de Jesús.